La velocidad del cambio actual te puede provocar un sentimiento de imposibilidad de gestionar con la eficacia necesaria y llevarte a la parálisis. Crees imposible estar al día y que los requisitos del presente te sobrepasan.
Profesionalmente no sabes hacia dónde dirigir tus esfuerzos y todo se te hace una montaña, un túnel en el que no ves la luz al fondo. Distinguir lo relevante, lo necesario, lo realmente importante debería ser la primera de tus obligaciones. Una vez detectado esto, inmediatamente centrarnos en conseguir las habilidades para ser competente hoy y adoptar hábitos que nos lleven a la eficacia, destacando en algo que nos lleve al éxito. Superando dificultades, como siempre has hecho, (¿o ya no te acuerdas de cómo llegaste hasta dónde hoy estás?), y con esfuerzo lograremos la experiencia que necesitamos.
Unos buenos hábitos de aprendizaje pasan por lo siguiente:
- Elige primero lo que más te atraiga de lo que no sabes. Te proporcionará la motivación.
- Si son varias cosas, empieza cada día por lo más difícil.
- Desarrolla rutinas. Con el tiempo mejorarás.
- Céntrate en los éxitos y no te obsesiones con los fracasos. El método y la repetición acabará con ellos.
- Búscate a alguien que pueda evaluar tus progresos y ayudarte a mejorar, alguien de confianza y que sepa lo que te está costando.
- Descansa la mente de cosas inútiles, anota todas tus tareas, lee sobre el asunto, cuestiona lo que sabías y date descansos cuando te veas desbordado.
La mayor motivación ha de venir de los resultados y la mayor habilidad a adquirir es la capacidad de desaprender. Es lo más difícil, y es del todo necesario, porque aquello que nos condujo hace años al éxito ya no es lo mismo que ahora necesitas para ello.