Leía hace poco una entrevista a a Jim Collins, autor de libros como “Built to last” y experto consultor en temas de dirección, en la que hablaba de las fases por las que evolucionan empresas dirigidas por personas inconscientes de su rol. Me recordó a muchos farmacéuticos con los que me encontrado en mi vida privada y profesional. Y me parece una buena llamada de atención para quienes realizan tareas directivas.
- La fase 1 se caracteriza por la arrogancia. Todo lo que se emprende funciona, se crece a buen ritmo, se tiene éxito. Nadie se sorprende pues se atribuye a lo bien que saben hacer las cosas.
- En la fase 2 se mantiene el convencimiento de que todo seguirá yendo bien como en el pasado, por lo que se toman decisiones sin disciplina, se entra en actividades en las que se carece de experiencia, se asumen riesgos indebidos.
- En la fase 3 ya aparecen los problemas resultantes de las decisiones erróneas de la fase anterior. Pero se niegan los peligros y se ignoran los riesgos pese a que las pruebas se acumulan.
- La fase 4 es de caída, arrastrada por los problemas y el intento de aplicar soluciones parciales e insuficientes. Alguna aparente recuperación momentánea seguida de nuevas caídas dado que no se aplican soluciones determinantes y definitivas.
- La fase 5 lleva a la desaparición de la empresa que se quedó sin respuestas adecuadas a sus problemas.
Seguro que cualquiera puede reconocer a amigos o conocidos en alguna fase de esta evolución. En nuestro entorno de crisis, son muchas las que se desploman en la fase 4. Pero no todas están abocadas a caer sin remedio.
La solución, en la mayoría de los casos, pasa por no negar la evidencia, por prepararse bien y actuar con disciplina. Posiblemente se habrán de tomar decisiones imaginativas, probablemente arriesgadas, pero con la seguridad de que se hace lo que se haya planificado previo análisis correcto y que se evitan riesgos innecesarios.
Será la disciplina y no la suerte la que te traerá la supervivencia, auqneu la suerte también influirá.