El titulo de este blog de hoy es una cita tan obvia, pero a la vez tan cierta y contundente, que hay quien siente la necesidad de conferir su autoría a una gran mente de las finanzas. He leído en alguna ocasión que es de Warren Buffet, pero soy de la opinión que alguien debió enunciarla muchos años antes de que el “Oráculo de Omaha” hubiera siquiera nacido.
Me venía esta frase a la cabeza con la reciente decisión del Banco Central Suizo de desligar la cotización del euro y de su franco. Esto provocó una rápida depreciación de la moneda comunitaria en su cambio frente a la helvética. No tardaron en aparecer en los medios de comunicación los primeros damnificados: aquellos que firmaron una hipoteca multidivisa referida al franco suizo, cuya deuda se ha multiplicado. Aducen que nadie les informó de los riesgos, que les aseguraron que tendrían un asesor que les indicaría cuándo hacer los cambios para no sufrir pérdidas. Esgrimen que es un producto muy complejo, que se lo recomendó “el del banco” (siniestra figura hoy en día) sin ellos solicitarlo y que nadie “nos avisó” de las terribles consecuencias que podía acarrear.
No dudo que esto sea cierto, pero también lo es que de haber seguido la frase que encabeza este texto, tendrían una deuda menor, una hipoteca en euros y, lo que es más importante, dormirían más tranquilos. El asunto de las “preferentes” también ha estado muy en boca de todos y ahora muchos se dan cuenta de que invirtieron sin saber en qué lo hacían.
Ejemplos como éste se dan de forma diaria, y en todos los sectores. Por ello, no debemos tener reparos en preguntar, volver a preguntar y asegurarnos una tercera vez de que lo que nos han querido transmitir y lo que hemos entendido es exactamente lo mismo. No debemos firmar ni dar por bueno algo que no comprendamos en todos sus extremos. Y esto es válido para una hipoteca, también para un producto de inversión con derivados… Pero no hay que ir tan lejos. Un pedido inicial, una factura de nuestro almacén -las hay francamente complejas-, un plan de refinanciación… Darlo por bueno por no querer estudiarlo con el suficiente detalle o, lo que es peor, para que no dé la impresión de que no soy capaz de entender lo que los demás sí, es un pequeño gran paso en la mala dirección. Porque, lo que es más sangrante, muchos de “los demás” seguramente tampoco lo han comprendido en su totalidad. Y más pronto que tarde quizá aparezcan sus lamentos. “Es que nadie me avisó”…
Invertir en todo su sentido es arriesgar y minimizar el riesgo es una actitud lógica de cualquier gestor. Una farmacia es una empresa (también) y por ello hay multitud de decisiones arriesgadas. Informarse de lo que hacemos y entender las diferentes propuestas nos puede salvar de decisiones equivocadas. Comprar o vender, el negocio o una línea del mismo. El pedido inicial o las facturas tan complicadas que nos ofrece nuestra distribución son ejemplos de decisiones que tomamos muy a la ligera confiando en que si lo hacen otros y además son muchos los que lo hacen y / o lo han hecho …, pero cada caso es distinto y existen algunos principios a recordar y que son muy simples, prudencia, diversificación, libertad de elección, tiempo para conocer a los colaboradores, empresas y personas, y sobre todo prevenir, preguntar, informarse.
Si te ofrecen un producto o servicio que no puedes entender como funciona, desconfía. Un licenciado en farmacia debe poder entender como es una factura o a qué se está comprometiendo al contratar algo y si no, es que están tratando de engañarle.
Y por otro lado, cualquier decisión, por difícil que sea también tiene su tiempo y su tempo y dilatar las cosas tampoco es la solución.
El proceso en resumen, es:
- Piensa en tus necesidades, descríbelas, consúltalas con asesores válidos y que conozcan de lo que hablamos.
- Investiga quienes pueden satisfacerlas, pregunta a ellos, a sus competidores y a compañeros más experimentados.
- Pregunta hasta entenderlo todo bien. Y lo que no entiendas vuelve a preguntarlo.
- Compara.
- Recaba información, a ser posible de descontentos o críticos con tu elección para que te den una información contraria a tu primera impresión. Piensa que al igual que en Internet, las opiniones de los descontentos deben pesar más que las de los satisfechos.
- Decide, y a poder ser sin comprometerte demasiado para poder deshacer lo que hagas sin un coste elevado.
Y pese a todo, y aunque arriesgado, la única manera de sobresalir es decidir e invertir en tu propio negocio, y tu farmacia lo es (también).