Una de las causas de la actual crisis es la miopía que han tenido nuestros dirigentes políticos a la hora de gestionar el poder que hemos puesto en sus manos. Han actuado siempre en el cortoplazismo (por eso lo de miopía) y han creado un monstruo que se nos está comiendo.
No es que hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades. Es que hemos creado estructuras de estado que no contemplaban para su financiación, con la aparición de una crisis como la actual.
Los estados en una economía capitalista, tal y como lo es el español, se nutren de los impuestos (muchos y variados) que les permiten afrontar los costes que suponen los servicios que prestan y obviamente todos los pagos que se realizan desde la administración (jubilaciones, parados, inversiones, etc., e incluidos sueldos, prestaciones y retenciones e impuestos de la plantilla) se pagan con ingresos que provienen de los impuestos que se recaudan.
Por tanto, lo que debería ser obvio es que la solución ha de venir del éxito en la recaudación impositiva y que esta, a su vez, fraude aparte, ha de venir de la recuperación de la actividad empresarial.
No se comprende pues que en un sector modélico, controlado y de costes reducidos, y mucha eficiencia, halagado desde la OMS y con un componente estratégico para el estado por ser sanitario, como lo es la farmacia, concentre tanto esfuerzo por parte de los responsables políticos.
Una vez más se equivocan al enfocar el problema del coste sanitario en una parte eficiente del sistema que supone apenas el 18% del coste sanitario y que contribuye a un mayor estado de salud con la consiguiente repercusión en los costes globales sanitarios de la población.
Hay que enfocar el problema en el coste por individuo sano en lugar de en el coste por producto. El coste por producto provoca ineficiencias e insatisfacciones al proveer a la población de productos peores (más baratos) pero que alargan los tratamientos cuando no los encarecen por ser menos eficientes en si (al final se consume mucho mas producto lo que acaba con la ventaja de precio por producto).
Otra vez el problema son los políticos y su cortoplacismo. Ahorran hoy pero encarecen el futuro. Y lo más grave es que acabarán con un modelo de farmacia insustituible.