Tiempo y dinero son dos elementos necesarios para poder hacer cosas y que presentan grandes restricciones. Tenemos poco de ambos y encima lo distribuimos mal.
Una excusa habitual para posponer lo que no nos gusta es la de que no tenemos tiempo. Y sin embargo para lo que verdaderamente queremos siempre somos capaces de encontrar tiempo. Al final yo creo que esta conducta esconde un miedo a fracasar en poner en marcha los propios proyectos.
Nuestros proyectos, si no los hemos planificado nunca han pasado de estar en nuestra cabeza a estar en un papel y mucho más concretas. Tampoco habremos establecido prioridades en nuestra vida ni distinguido lo urgente y lo importante, lo que requiere un esfuerzo y lo que esto supone en tu farmacia. Tal vez nos falta esforzarnos y arriesgarnos, y sobre todo humildad para aceptar que otros son también necesarios, incluso más que nosotros mismos.
Otra excusa baladí es que no se hacerlo, y que esconde un caso de lo anteriormente dicho, es decir no se y no tengo tiempo ni ganas de aprenderlo.
Otra es que no tengo dinero, que no va a funcionar, que eso no es para mí, para mi zona, para mi farmacia, para mis clientes, etc. y que no esconde más que miedo y/o pereza.
No existe una solución mágica para resolver este círculo vicioso de que como el éxito tarda cuando hago cosas, y esto me disgusta, mejor no hacer nada para no frustrarme. Hay que saber asimilar que las cosas necesitan su tiempo y lo que es más importante que no siempre salen bien. De hecho se aprende mucho más de los errores que de los aciertos, sobre todo si estos se analizan. También es cierto que el éxito provoca una acentuación en la conducta que llevó al mismo por lo que es necesario cargarse de sabiduría para poder desaprender aquello que aunque provocó el éxito, se debió a una situación que ya pasó.
Hay que convencerse de que la propia valía no depende los éxitos que se alcancen. Hay que aceptar que el fracaso es parte del proceso de aprendizaje. Hay que crear el hábito de aprender de los errores y superar los mismos. Si no se es bueno en algo hay que mejorar en ello o buscar ayuda en quien sí que lo es.
Como ya he comentado en otros artículos de este blog, las tareas hay que dividirlas en las que se pueden resolver inmediatamente (y hacerlo) y las que no (y dividirlas y asignarlas a alguien). Aplazar lo que no nos gusta es un comportamiento poco adulto. Las tareas que menos nos gusten hay que hacerlas rápido y pronto para librarse de ellas. Las primeras horas del día, los primeros días de la semana, los primeros del mes, siempre son mejores momentos para esos asuntos que no nos gustan. Y a medida que se resuelvan, ese círculo vicioso, por gracia de la gratificación que supone el éxito, acabará pasando a ser virtuoso.
Como decía Picasso, que la inspiración, si llega, que me pille trabajando.